Chapter 2: Capítulo 1: Abandonando mi libertad
Mientras estaba cómodamente recostado en mi cama, sumido en la quietud del sueño, un sonido agudo y molesto interrumpió mi tranquilidad. El timbre de la alarma se coló en mi mente como un intruso, arrancándome de mi descanso.
Sin siquiera abrir los ojos, me estiré hacia mi celular con una mano aún adormecida. Mi dedo rozó la pantalla con torpeza hasta encontrar el botón de apagado. Tan pronto como lo presioné, el incesante ruido cesó, y el silencio volvió a tomar posesión de la habitación, envolviéndome de nuevo en su calma.
Sin embargo, aunque el silencio volvió, algo dentro de mí ya había despertado. Hoy era un día diferente, un día que marcaría el fin de una etapa. Hoy abandonaría la vida que me había acompañado durante el último año, una rutina que, aunque monótona, me había ofrecido cierta sensación de estabilidad. No podía decir que había sido un año particularmente bueno o malo, simplemente había sido. Pero ahora, con la necesidad de un cambio apremiando en mi pecho, sabía que era hora de dar el siguiente paso. A veces, el deseo de transformar lo cotidiano se apodera de uno, incluso cuando no se sabe exactamente qué vendrá después.
Abrí los ojos lentamente, sin prisa, permitiendo que la luz del sol que entraba a través de la ventana me invadiera con suavidad. El día ya había comenzado, el sol había ascendido y la ciudad, aunque aún dormida, empezaba a despertar. Mi habitación, envuelta en la quietud de la mañana, parecía distinta, como si el aire hubiera cambiado de alguna forma imperceptible. Tal vez era solo mi percepción, o tal vez el hecho de que sabía que este sería el último amanecer en este lugar, en este capítulo de mi vida.
Me quedé allí unos segundos más, observando cómo los rayos de luz iluminaban las paredes de mi cuarto, pensando en todo lo que había dejado atrás y en lo que aún no sabía si me esperaba. El futuro, siempre incierto, parecía por fin al alcance de mi mano, aunque me costaba imaginarlo con claridad.
Justo cuando estaba por levantarme, escuché unos pasos acercándose. Reconociéndolos, supe de inmediato quién los hacía, así que decidí quedarme en la cama unos momentos más, como si no quisiera romper la tranquilidad que aún me envolvía.
La puerta se abrió con suavidad, y apareció Matsuo, quien traía consigo una mesa plegable. Sin embargo, lo que realmente captó mi atención no fue el objeto en sus manos, sino la presencia que se asomaba detrás de él.
Al prestar un poco más de atención, supe de inmediato de quien se trata. Ella era Nanase Tsubasa, una amiga del hijo de Matsuo con la que había formado una buena amistad.
Nanase era una chica realmente impresionante, probablemente la más hermosa que había conocido. No solo su físico, sino también su personalidad, amable y genuina, hizo que me acercara a ella con naturalidad. Su largo cabello rubio caía suavemente sobre sus hombros, y sus grandes ojos de un azul profundo hacían resaltar su belleza. Su figura, elegante y femenina, que era resaltada por sus grandes pechos, pero lo que más destacaba era su piel, suave y blanca como la porcelana, que le confería un aire de perfección casi irreal.
''Buen día Kiyotaka-sama, le traigo su desayuno junto a una agradable compañía'' dijo Matsuo mientras colocaba la mesa encima de mi.
''Buen día sempai'' dijo Nanase mientras dejaba de esconderse detrás de Matsuo, revelándose completamente ante mis ojos.
''Buen día a los dos. Nanase, ¿Qué haces aquí?'' no recordaba haberla invitada ni decirle que viniera el día de hoy. Mi plan era irme de esta casa sin interactuar demasiado con el hijo de Matsuo ni con Nanase, pero parecía que los planos de los demás no siempre coincidían con los míos.
Nanase me miró con una leve sonrisa que, aunque amable, llevaba una sombra de incomodidad. Tal vez percibió mi sorpresa, o quizás sabía que mi respuesta no había sido la más cálida.
"Bueno..." comenzó, mientras se acercaba a la mesa que Matsuo había colocado frente a mí. "El señor Matsuo me pidió que viniera. Dijo que querías compañía para el desayuno."
Matsuo se inclinaba con la cabeza, pero sus ojos mostraban una ligera incertidumbre, como si no estuviera completamente seguro de la respuesta que obtendría. "Pensé que sería agradable para ti, Kiyotaka-sama. Sabes que Nanase y tú se llevan bien, ¿verdad?"
Yo los observaba en silencio, procesando lo que acababa de decir Matsuo. No era que me desagradara la idea de ver a Nanase, pero el hecho de que ella apareciera de repente en mi mañana me sacó un poco de equilibrio. No había planeado que el día empezara así, ni esperaba que la casa, que por fin iba a dejar atrás, se llenara de nuevas presencias.
"Lo siento si es una sorpresa para ti", dijo Nanase, notando mi duda. "Solo quería hacerte compañía un rato. Espero no incomodarte."
Suspiré ligeramente, intentando esconder mi desconcierto. Por alguna razón, las cosas parecían empezar a complicarse aún antes de que tuviera la oportunidad de irme. Aun así, no quería parecer grosero, así que forzando una leve sonrisa, respondí:
"No es que me incomode, Nanase. Solo... no esperaba esto. Pero gracias."
''Bueno, ya que he cumplido con mi misión, me retiro'' dijo Matsuo mientras abría la puerta, pero mi voz lo detuvo
''Tienes que hacer todas tus tareas'' dije con mi habitual voz apática.
''Está bien Kiyotaka-sama, ¿Por dónde empiezo?''
''Hacer''
''Pero...''
''Todo, ahora''
Luego del truco que hizo se merecía un castigo.
''Cumpliré con sus órdenes, Kiyotaka-sama'' dijo mientras se retiraba con la mirada baja, con todas las tareas que tenía que realizar el solo era normal su reacción.
Una vez que la puerta se cerró, el ambiente quedó más tranquilo, y la sensación de incomodidad que había estado flotando en el aire desapareció casi por completo. Solo quedábamos Nanase y yo, sentados en la misma habitación, con el desayuno entre nosotros.
Miré a Nanase, que ahora se había alojado junto a la mesa, mirando el café con cierta curiosidad. No parecía apurada, pero sus ojos brillaban con una suavidad que me desconcertaba.
''¿Está todo bien, Ayanokouji-sempai?'' dijo mientras se acomodaba más cerca mío.
''No, solo que no esperaba que me visitaras''
''Solo quería despedirme sempai, lo voy a extrañar el tiempo en el que estés en la escuela''
''No tenías porque hacerlo, nos volveremos a ver pronto'' no podía adivinar la razón por la cual se había apegado tanto a mi, pero no me molestaba.
Luego de que dijera eso compartimos el intercambiando un par de palabras desayuno acerca de temas relacionados a la escuela a la que me había inscrito.
Ella ligeramente, como si intentara ocultar lo que realmente pensaba. Un silencio se hizo entre nosotros mientras ambos tomábamos un sorbo de café, el sonido de las tazas al chocar contra el plato resonando suavemente en el ambiente.
"¿Sabes, Ayanokouji-senpai?" dijo finalmente, mirando por la ventana con un aire pensativo. "A veces las despedidas pueden ser más complicadas de lo que parecen."
La miré en silencio, algo sorprendido por la seriedad en su tono. Estaba claro que no solo hablaba de nuestra separación temporal por los estudios, si no de algo que no estaba enterado.
''No te preocupes, pronto nos veremos. Hay que terminar la comida antes de que se enfrié'' dije intentando evitar que la conversación se extendiera aún más.
Luego de que dijera que seguíamos comiendo en un silencio algo incomodo, parecía que quería decirme algo, pero no podía.
Cuando terminamos de comer me despedí de ella diciéndole que tenía que bañarme, pero al no recibir respuesta me dirigió directamente a la ducha.