Chapter 7: 7- La Captura de Nezumi
7- La Captura de Nezumi
Mientras tanto, en la oficina del Almirante General Sengoku, la furia era evidente en su rostro mientras miraba la llamada cortada de Kara.
—¡Esa maldita mocosa se atrevió a colgarme! —rugió, golpeando la mesa con fuerza.
A su lado, Tsuru sacudió la cabeza con un suspiro.
—¿Estás seguro de que fue buena idea darle permiso para inspeccionar las bases navales? —preguntó con seriedad.
Sengoku respiró hondo, calmándose rápidamente.
—Sí. Ha estado demasiado tiempo en Marineford. Si se quedaba aquí, inevitablemente iba a causar algún desastre. Además, una limpieza de corrupción nunca está de más y, ¿quién mejor que Kara para encargarse de eso? Por lo menos, Marineford estará tranquilo un tiempo.
Tsuru esbozó una ligera sonrisa.
—Bueno, comparado con sus inicios, ahora es bastante tranquila. Es poco probable que cause problemas… a menos que alguien la haga enojar.
Sengoku asintió con gravedad.
—Es poco probable que ocurra algo como la masacre de Willhill otra vez, pero si llegara a suceder… —apretó los puños—. Si Kara vuelve a ser la pesadilla de los corruptos, entonces así será.
Su mirada se oscureció, recordando lo ocurrido con ira. No contra Kara, sino contra aquellos que la llevaron al límite. Ni siquiera él, como Almirante de la Marina, habría podido manejar la situación de otra manera… pero que una joven tuviera que hacerlo era algo que todavía pesaba en su conciencia.
Tsuru se puso de pie con una expresión triste.
—Debemos agradecer que ese día Kara no perdió la fe en la Marina.
Con esas palabras, salió de la oficina en silencio.
Mientras tanto, en el barco que solía pertenecer a los piratas de Kuro, la bandera de calaveras había sido reemplazada por una torpemente pintada paloma de la Marina.
Kara pescaba tranquilamente cuando, a lo lejos, vio un bote pequeño acercándose. Estaba repleto de personas inconscientes y apenas flotaba.
—Parece que terminaron —comentó sin dejar de pescar. Luego, con un gesto despreocupado, envió a Zoro y Coby a atrapar a los piratas que flotaban en el mar.
Mientras los observaba, se dio cuenta de que faltaba alguien.
—Hmph… parece que Gin escapó —murmuró, aunque no le prestó demasiada atención.
Con el barco ahora lleno, Kara suspiró y se estiró.
—Bien, nos quedan el pez feo y el ratón. Luego, iré a molestar a Humitos.
Dicho eso, el barco puso rumbo a una base naval cercana para dejar a los prisioneros.
En otra parte, en la Isla de Cocoyashi, Usopp caminaba tranquilamente por un sendero de tierra, mirando el cielo con las manos en la nuca.
—Me pregunto si Luffy ya terminó su combate.
—Seguro que sí —respondió Yosaku, caminando a su lado—. El hermano Luffy es fuerte.
—Sí, tal vez ya esté en el muelle de la isla —agregó Johnny con una sonrisa.
Justo en ese momento, un estruendo retumbó en el bosque. Los tres se detuvieron, alarmados, y miraron en esa dirección.
—¡Aaaaaah, cuidadoooo!
De repente, un bote apareció surcando las copas de los árboles. En él, Luffy reía a carcajadas con su característica sonrisa.
—¡Aaaaaah! —gritaron los tres amigos, pero rápidamente salieron corriendo para salvarse.
—¡Nishishishi! ¡Llegamos! —exclamó Luffy emocionado, sin darse cuenta de que casi los había atropellado.
—¡Idiota, casi nos matas! —rugió Sanji, agarrando a Luffy de la cabeza con furia.
A un lado, Gin estaba sentado con el rostro pálido, sosteniéndose el estómago con claras ganas de vomitar.
Luego de varias situaciones caóticas, la tripulación terminó en la casa de Nami, siguiendo a su hermana para presenciar cómo el Capitán Nezumi intentaba confiscar el dinero que Nami había reunido para comprar la isla de Arlong.
Cuando Luffy y su tripulación se reunieron en la plaza con una destrozada Nami, la decisión fue clara: marcharon con determinación para derrotar a Arlong de una vez por todas.
Luffy enfrentó a Arlong, como era de esperarse. En el lugar de Zoro, quien no estaba con ellos, Gin tomó el papel de luchador y se enfrentó a Hacchi. Aunque terminó gravemente herido, logró vencerlo antes de desplomarse exhausto en el suelo. Había demostrado su valía en combate… solo le faltaba experiencia.
Cuando Luffy finalmente derrotó a Arlong, destruyendo incluso el Arlong Park, los ciudadanos miraron la escena con asombro y emoción. La tiranía de los gyojin había terminado.
Sin embargo, la celebración se vio interrumpida cuando Nezumi hizo su reaparición, anunciando que tanto la recompensa de Arlong como todo el tesoro serían incautados por el Gobierno.
La sorpresa y el enojo se apoderaron de todos, pero justo antes de que los Sombrero de Paja lo atacaran, una voz femenina sonó detrás de Nezumi.
—Aaaah… la corrupción. Una enfermedad que, sin importar cuánto me esfuerce en erradicar, siempre vuelve a aparecer.
Nezumi se giró bruscamente, sorprendido.
—¿¡Quién eres tú!?
Frente a él estaba una mujer elegantemente vestida, acompañada por un joven de cabello verde y otro de cabello rosa, quienes la observaban con curiosidad.
Antes de que Nezumi pudiera reaccionar, Luffy y su tripulación se tensaron.
—¡Rayos, Kara nos alcanzó! ¡Corran! —gritó Luffy, agarrando a sus compañeros y huyendo a toda velocidad hacia el pueblo.
—¿Eh? —Los demás, confundidos, lo siguieron instintivamente.
El alboroto llamó la atención de los presentes, pero Kara simplemente los dejó ir. No había venido por ellos.
Aun así, no pudo evitar sonreír al ver que Luffy seguía huyendo cada vez que la veía.
—Bueno, ahora pueden irse a festejar. Yo tengo unas palabras que decirle al Capitán Nezumi, de la División 16 del East Blue —dijo Kara, mirando a los ciudadanos que aún no entendían qué estaba sucediendo.
—¡Arresten a estos sujetos! ¡Obviamente es una seguidora de Arlong! —gritó Nezumi con desesperación, señalando a Kara.
Sus soldados, sin pensarlo dos veces, levantaron sus armas y apuntaron tanto a ella como a Zoro, quien rápidamente se puso en guardia con su espada. A su lado, Coby, con las piernas temblorosas, alzó los puños en una torpe postura de combate.
Kara suspiró con indiferencia.
—No hace falta alargar esto. Terminemos rápido.
El aire a su alrededor comenzó a volverse pesado. La atmósfera misma parecía distorsionarse.
Los soldados empezaron a sentir una presión abrumadora sobre sus cuerpos, como si una enorme fuerza los estuviera aplastando. Uno a uno, cayeron de rodillas, incapaces de mantenerse en pie.
—Soy la inspectora de la Marina, la Vicealmirante Monkey D. Kara, y ahora todos ustedes están arrestados por corrupción —declaró tranquilamente, observando cómo algunos apenas podían respirar bajo el peso de su poder.
Pero esto no era haki del conquistador. La fuerza que emanaba Kara provenía de su energía mágica, una presión sofocante que podía llegar a ser aún más letal que simplemente desmayar a sus oponentes.
Nezumi, temblando, intentó resistir, pero su cuerpo apenas le respondía.
—¡Un Vicealmirante…! ¡Eso es imposible! ¡Nunca me dijeron nada sobre ti! —exclamó con pánico.
Kara lo miró con frialdad.
—No se le avisa a un corrupto cuando va a ser investigado, ¿verdad? —respondió con una sonrisa irónica mientras sacaba un den den mushi.
Llamó a la Rama 15 de la Marina, la misma que había inspeccionado previamente. Después de una rápida investigación y de haber entregado a los piratas capturados, se había asegurado de traer refuerzos para capturar a Nezumi.
Esa era la razón por la que habían llegado justo después de la derrota de Arlong y no antes, a pesar de estar más cerca que Luffy de la aldea Cocoyashi.
Poco después, un barco de la Marina se acercó a la isla. Los soldados descendieron con rapidez y saludaron con respeto a Kara.
—¡Vicealmirante Kara! Todos los oficiales de la Rama 16 han sido capturados y el dinero obtenido ilegalmente en la casa del Capitán Nezumi ha sido confiscado.
Kara asintió con aprobación.
—Bien. Devuelvan a las aldeas lo que les pertenece. Tú te harás cargo de la Rama 16 hasta que se designe un nuevo oficial. Además, encárgate de ayudar a reconstruir las aldeas que estos idiotas destruyeron.
—¡Sí, señora! —respondió el Capitán de la Rama 15 con entusiasmo. Aunque la responsabilidad era temporal, sabía que esto sumaría méritos importantes en su evaluación para un ascenso.
Mientras tanto, Nezumi y sus hombres eran arrestados, con la desesperación reflejada en sus rostros.
—¡Yo… yo lo siento! ¡No lo volveré a hacer! ¡Les entregaré todo el dinero, pero no me envíen a Impel Down! —gritó Nezumi desesperado, con lágrimas en los ojos mientras suplicaba por compasión.
Kara lo miró con desdén y chasqueó la lengua.
—Rayos, sí que eres feo… Llévenselo.
Los marines obedecieron de inmediato, sujetando a Nezumi por los brazos mientras este pataleaba y seguía suplicando inútilmente.
Kara solo suspiró con aburrimiento mientras lo veía ser arrastrado. Otro corrupto menos en la Marina.
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