Chapter 12: Capítulo 12
Ya es mediodía y aún no ha dejado de llover en ningún momento. El sonido de la lluvia lo considero relajante, pero estoy empezando a cambiar de opinión.
Hace unas horas dije desde la ventana el nombre real de Superman y donde vivió (Smallville), pero después de cinco minutos llenos de suspensos jamás llegó. Estoy comenzando a dudar de la confiabilidad de Superman. Cómo es posible que alguien esté diciendo en voz alta su identidad secreta y no vaya a investigar. Es... decepcionante.
La chica continuó practicando echar humo solo por la mano derecha aunque hay momentos donde se cansa y comienza a hacer cosas raras con el humo, también prendió la televisión en un momento, pero como el programa no era interesante no le presté atención.
Por mi parte, estoy junto a la ventana viendo el estacionamiento a través de la lluvia que cae, esperando ver a los secuestradores llegar. Pero mientras espero sigo practicando deshacer una extremidad, aunque cambié a los dos brazos al mismo tiempo y poco después también agregué una pierna, pero quién diría que deshacer una pierna que estás usando para sostenerte es difícil.
Y así fue como vi al primer coche del día aparcando en el estacionamiento del hotel. Observé con suficiente atención para notar cada pequeño detalle, pero sin sentir ansiedad, al no creer que ese fuera de los secuestradores.
Las puertas se abrieron al mismo tiempo, eran dos padres de alrededor de cuarenta a cincuenta años, dos hijos, un niño y una niña de diecisiete años aproximadamente.
Se bajaron exactamente al mismo tiempo, cuando lo hicieron, examinaron la zona de alrededor exactamente igual. La madre y la hija del lado izquierdo y el padre y el hijo del lado derecho, cuando vieron que los observaba los dos giraron la cabeza hacia mí al mismo tiempo. Ninguno parpadeó en ningún momento.
Cerraron la puerta al mismo tiempo y comenzaron a caminar hacia el lobby del hotel. Ninguna de las cuatro personas mostró alguna mínima molestia por estar mojándose.
Si el hecho de que era una familia me hubiera quitado las sospechas, todo lo demás confirma que algo muy raro está pasando con ellos. Una familia no grita ¡secuestradores!, pero la disciplina, el escaneo que realizaron al bajar y la manera de comportarse como robots grita: soldados, o mejor dicho, entrenados para matar.
"Ya llegaron", dije, mientras iba a agarrar los clips que estaban en el escritorio.
"¿Quién?".
"¡Los secuestradores!", dije, saliendo al pasillo.
Me agaché en la puerta de la habitación del lado, desdoblé tres clips y a uno le doblé la punta en forma de gancho.
"¿Qué estás haciendo?", preguntó ella.
"Abriendo la puerta", contesté. Es un cerrojo simple con seis pernos, algo simple de abrir si tienes las herramientas adecuadas. Yo tengo clips. Ya he abierto con clips, más que nada porque el que me enseñó me presumió que podía y no me iba a quedar con los brazos cruzados.
El problema de usar clips es que se doblan al ejercer la fuerza necesaria para empujar los pernos a su lugar, no es complicado, solo toma tiempo enderezar tu 'ganzúa' y seguir intentando abrir la puerta.
El problema es que en cualquier momento pueden llegar.
"¿Por qué sabes abrir una puerta cerrada?", preguntó confundida.
"Le pagué a un cerrajero para que me enseñara", contesté distraído ya que estaba concentrado en la puerta. Me acuerdo muy bien de ese cerrajero porque fue la única vez que tuve que pagarle a alguien para poder trabajar como ayudante.
El tipo era un genio abriendo cerraduras, era tan bueno que después de salir de la cárcel por robar, consiguió trabajo como cerrajero. Es impresionante lo que hizo, aun teniendo antecedentes por robo, alguien lo contrató para abrir más casas. Mis respetos para ese señor.
Al sentir que giró el cilindro, sonreí.
"Este es el plan", dije entrando en la habitación.
"Te vas a quedar aquí, si en algún momento escuchas un disparo, vas a saltar por la ventana e irás al carro y escaparemos juntos", dije abriendo la ventana, observando el carro que está justo debajo de nosotros.
"Si alguien trata de entrar a la habitación antes de eso, entonces saltarás por la ventana y huirás por tu cuenta y esta será la última vez que nos veamos".
"Tú... ¿quieres que salte por la ventana?".
"Sí, solo no te vayas a romper una pierna cuando caigas".
"Tú... ¿quieres que salte por la ventana?", repitió ella. Notando que está en shock, las cosas avanzaron muy rápido, ni siquiera le había contado el plan antes porque realmente no creía que fuera a suceder algo y ahora está así por mi culpa.
"¡Mírame!", ordené, parándome enfrente de ella y agarrándole los hombros. "No estoy cien por ciento seguro de que sean ellos, pero si lo son vas a tener que saltar esa ventana, si no son entonces estarás un rato sola en el cuarto y no pasará nada. Por eso no te pido que saltes esa ventana en este momento, porque no estoy seguro de que sean ellos, así que relájate y prepárate".
"Repíteme cuáles son los planes", dije con firmeza haciéndole saber que todo está bajo control.
"Si escucho un disparo salto por la ventana y voy al carro. Si alguien intenta entrar a la habitación salto por la ventana y huyo sin ti", dijo ella sin parecer segura.
"Repítelo otra vez".
"Si escucho un disparo voy al carro. Si alguien intenta entrar a la habitación huyo sin ti", dijo ella con una voz más segura.
"Bien", dije soltando sus hombros.
"No prendas las luces de la habitación y atasca la puerta con la silla".
"Y buena suerte", deteniéndome en la puerta, despidiéndome de ella por si acaso.
Cerré la puerta y me detuve un momento acordándome de algo.
"Y cubre ese espejo con una sábana", volviendo a abrir la puerta para decirlo. Sigo sin saber qué ve en el espejo, pero no es el momento de lo que sea que vea arruine el plan porque habló con ella.
Entré a mi habitación, le puse el seguro a la puerta y me senté a esperar.
Mi cuerpo se siente lleno de energía y ganas de moverse. El saber que en solo unos minutos puede que esté luchando por mi vida es emocionante o atemorizante si realmente creyera que puedo morir en unos minutos. Ya están listos todos los planes, solo queda esperar y que todo salga bien al final.
Cuando comencé a escuchar ruidos fuera de la habitación le quité el seguro al arma aunque aún la dejé en la bolsa de la chamarra 'escondida' y me levanté de la silla.
Tocaron a la puerta dos veces. El saber lo que está apunto de suceder me está poniendo nervioso.
Recuerda, solo eres una persona normal que robó un carro para conseguir una nueva vida en Metrópolis, no entraste al almacén y jamás viste a ninguna niña y no sabes nada.
"¡¿Qué?!", gruñí. Abriendo la puerta solo unos centímetros viendo solo al padre fuera de la puerta por lo poco que abrí la puerta.
Sin decir nada comenzó a forzar la puerta para entrar. Hubo una breve lucha donde yo quería romperle la mano cerrando la puerta y él quería entrar. Es más fuerte que yo y no pude cerrar la puerta. El plan era que entrara así que no estaba molesto por no poder hacerlo.
"¡¿Qué demonios quieres?!", grité retrocediendo ligeramente cuando entraron a la habitación el padre, la madre y la hija. Observé por toda la habitación, pero el hijo no estaba. Lo ideal sería que todos hubieran estado aquí, ahora solo espero que su ausencia no termine arruinando todo.
"¿Dónde está la niña?", dijo el padre con una voz agradable y una sonrisa educada si no fuera por la situación que lo hace extraño y escalofriante. Continuó avanzando hacia mí de una forma agresiva que me obligó a retroceder para no terminar chocando con él y ese no es el plan.
"¿Cuál niña?, pregunté nervioso después de tropezar con la cama por estar caminando de espaldas y estar buscando pistolas, cuchillos, puños de acero o cualquier arma que puedan tener encima, pero no encontré nada.
Seguí retrocediendo mientras la hija entraba al baño y la madre se agachaba para buscarla bajo la cama.
"Sabemos que la niña está contigo, solo entrégala y nos iremos dejándote en paz", dijo el padre una mentira descarada con su voz escalofriante.
"¡No sé de qué demonios estás hablando! Si es por el carro, lo siento por robarlo, pero llévatelo y déjame en paz", dije tratando de llevar la conversación a un lugar menos explosivo. En ese momento dejé de retroceder ya que estaba en la posición que sentía que era la óptima para saltar por la ventana, ni muy cerca donde tenga que agacharme para poder pasar ni muy lejos que tenga que correr varios segundos para llegar.
"¡Padre! ¡Mira lo que encontré!", dijo la hija sosteniendo una camisa negra con la mano izquierda y ... ropa interior femenina con la derecha. Hice una mueca por el gran error que cometimos los dos, ella por dejar su ropa en el baño cuando el plan se llama 'ESCONDER A LA NIÑA' y yo por NO haber revisado el baño en ningún momento.
El padre al comprender lo que la hija le mostró, agarró una ¿jeringa pistola? y me inyectó con ella en el cuello. Cuando sentí el piquete supe que se acabó el juego. Si has inyectado a alguien sabes cómo se siente y estoy absolutamente seguro que en mi cuerpo no se siente igual.
Apunté el arma aún escondida a la madre que estaba a unos metros de mí, el padre estaba demasiado a mi izquierda para ser un buen objetivo y la hija estaba más lejos que la madre y disparé una vez, más que nada porque perdí el control del arma o hubiera disparado una segunda vez.
El sonido fue tan ensordecedor, pero fue más impactante el grito de dolor que emitió la hija, no la madre, la hija se arrodilló sosteniéndose el hombro por el disparo que recibió.
Todos observábamos cómo gritaba por el dolor hasta que me acordé de que no tenía que estar haciéndolo. Me giré hacia la ventana y salté por ella sin tener tiempo de pensarlo y menos mal, porque si hubiera tenido tiempo para pensar no creo que lo hubiera hecho. Y en medio de la caída recordé por qué. Tenía el corazón en la garganta por la velocidad que llevaba y ver el suelo cada vez más cerca...
Hasta que mi cuerpo embistió con toda la fuerza posible el pavimento.
Traté de levantarme pero no pude, al ver hacia abajo me di cuenta de que mis piernas no sobrevivieron a la caída. La arena de mis piernas estaban esparcidas a mi alrededor.
Respiré hondo, reformé mi cuerpo y ahora sí me levanté, subiéndome al carro segundos después.
Miré al asiento del copiloto buscando a la niña, pero ¡no estaba! Busqué por la zona de su habitación tratando de localizarla, hasta que alguien tocó la ventana insistentemente sacándome un mini susto.
Solté una ligera risa nerviosa cuando vi a la niña tocando la ventana porque la puerta del pasajero está cerrada.
"Lo siento, no me di cuenta de que estaba cerrado", dije cuando entró rápidamente al carro.
"¡¿Me ibas a dejar?!".
"No", contesté. Encendiendo el carro y alejándonos lo más rápido que podíamos de ellos.
Mientras nos alejábamos vi al hijo vigilando en el vestíbulo. Si hubiéramos intentado escapar por la entrada nos hubiera interceptado y estaríamos rodeados cuando nos alcanzara el resto de la familia.
"Pon el GPS".
Después de poner el GPS hacia Metrópolis me concentré en conducir pisando el acelerador a fondo, ignorando las señales de tránsito, rebasando los pocos carros que había en la calle.
La lluvia no dejaba ver, el auto deslizándose ligeramente por el pavimento mojado y la gran velocidad que llevaba, no mucho pero lo suficiente para ponerme nervioso.
"¿Qué pasó?".
"¡¿Qué sucedió?!".
"¡¡¿Puedes decir algo?!!".
"¡Te puedes callar!", dije gritando. Estoy conduciendo a ciento veinte kilómetros por hora, pasando por semáforos en rojo donde si cruza un auto casi no tendría tiempo para reaccionar y ¡ella está esperando respuestas!
Cuando salimos de la ciudad y entramos a la carretera me fui relajando dejando salir la tensión anterior. Ahora no hay tráfico, vamos en línea recta, solo tengo que tener cuidado con la lluvia y todo irá bien.
Voy a decir que después de una posible persecución, armar planes para dicha situación y al final tener razón, 'charlar' con secuestradores, disparar a una adolescente (porque niña se oye mal en este caso) saltar por una ventana y huir a toda velocidad de la ciudad. ESTOY MUY EMOCIONADO.
Si así es como se siente un policía terminando un tiroteo o un bombero saliendo de un incendio es INCREÍBLE. La sensación de saber que puedes morir en cualquier segundo, que una sola equivocación puede hacer que mueras y aún así sobrevivir es asombroso.
Si esto es lo que se siente al hacer deportes extremos, tengo que empezar a escalar montañas o hacer paracaidismo. Al menos hasta que deje de funcionar porque sé que no puedo morir por tal cosa.
"¿Ya puedes explicar qué pasó?", dijo enojada.
"Sí, estaba en la ventana cuando llegó un auto y se bajó una familia".
"¿Una familia?", preguntó confundida.
"No interrumpas", la amonesté. "Se bajó una familia del auto y se comportaba extraña, vigilante hasta robótica se podría decir. Lo suficiente para avisarte. Después de que dejaste la habitación, llegaron tres de los cuatro miembros de la familia buscándote, como se esperaba, después de una breve plática, la hija sacó la ropa sucia que dejaste en el baño y después de un disparo sabes lo demás", conté mi historia enfatizando levemente su error.
"Yo... la dejé en una esquina echa bola".
"No muy escondido, pero no puedo culparte completamente ya que tampoco me fijé".
"Mira si un carro nos está siguiendo y avísame cuando lo haga", dije después de intentar ver por los espejos laterales del carro y recordar que los quité por ella.
"¿Crees que nos sigan?".
"Dudo que nos dejen ir cuando están tan cerca de capturarte".
Ahora que tengo un poco de tiempo libre pensaré en lo que sucedió.
Viendo las cosas en perspectiva hay varias situaciones que me molestan. Uno, no le hicieron nada al carro aunque sabían que íbamos a intentar escapar. Dos, no ocultaron su llegada dándonos tiempo para prepararnos. Tres, el disparo no tuvo que darle a la adolescente.
Si realmente hubiera querido darle a alguien, le hubiera disparado al padre que estaba a medio metro, pero la situación no era de vida o muerte, era peligrosa, pero no tenían armas en la mano hasta que me inyectaron algo. Y dispararle a un adolescente no es lo ideal. Entonces le disparo a la madre, siendo la segunda vez que lo hago, sin apuntar bien y de pura suerte (cosa que se supone que no tengo) termino dándole a la adolescente.
Es muy... conveniente. Al herir a alguien ganamos tiempo para escapar mientras ellos tenían que vigilar la herida, por ese motivo es probable que aún no estén tras nosotros.
Con cada kilómetro que cruzábamos la lluvia iba disminuyendo, saliendo de la nube y sintiendo la luz caer sobre nosotros haciendo más sencillo manejar y más fácil notar si un carro nos está siguiendo.
"Ahí vienen", avisó ella.
Volteé hacia atrás para ver un auto blanco acercándose rápidamente. Estamos yendo a ciento veinte kilómetros por hora y aún así los puedo ver acercándose.
"Avísame cuando estén literalmente detrás nuestro", dije acelerando hasta ir a ciento cincuenta kilómetros por hora, la emoción está volviendo, a esa velocidad cualquier pequeño movimiento puede hacer que el carro se desvíe provocando un accidente.
"Se siguen acercando".
"Superman, sería bueno que vinieras o las cosas se van a poner sangrientas por aquí", murmuré hacia la ventana aún esperando a que venga.
"¿Es una familia?", preguntó confundida cuando se acercaron lo suficiente para ver.
"Eso dije".
"Esperaba... que se vieran más malos", dijo desconcertada.
"Cuando vuelva a hablar con ellos les diré que se tienen que rapar y hacer tatuajes en el rostro para ser buenos criminales", dije una broma que salió más serio de lo que quería.
"Ve diciéndome lo que ves, ya que no puedo ver lo que sucede", continué pidiendo.
"Están a unos... ¿cien metros? de distancia y creo que aún nos están alcanzando".
"Están a cincuenta metros de distancia".
"¡Puedo ver una pistola en las manos de la mujer!".
"¡Veinte metros!".
El sonido de un disparo resonó en el aire.
"¡¡Están disparando!!".
"Ya puedes dejar de contar lo que sucede. Ponte el cinturón y agáchate".
Me hice pequeño en el asiento para evitar ser dado hasta que recordé que una bala no podría matarme y me enderecé.
"¡Me lo puse desde que conducías como loco en la ciudad".
"Muy bien".
Siguieron sonando disparos cada cierto tiempo, pensé en hacer 'maniobras evasivas' pero consideré que era más probable que tuviéramos un accidente, así que preferí seguir acelerando.
"El parabrisas no se ha roto, ¿verdad?".
"No, sigue intacto", dijo ella, exponiendo la cabeza para poder ver.
"Entonces, ¿a qué están disparando?".
"Están... ¿disparando al suelo?", dijo ella.
¿Por qué dispararían al suelo?
¿Será para asustarme y hacernos parar?
O...
¿Están tratando de disparar a un neumático?
Dejé de acelerar, si estoy en lo correcto, perder un neumático a ciento setenta kilómetros por hora no será... bueno.
Hasta que sucedió lo que se esperaba. Un neumático explotó.
Se sintió inmediatamente cuando desapareció. El carro se torció hacia la izquierda de golpe, giré el volante a la derecha para tratar de enderezarlo, pero el auto siguió girando sin control. Hasta que salió de la carretera, entrando en la terracería y todo se fue al demonio después de eso.
Entre la velocidad, la falta de un neumático y mi inexperiencia en estas situaciones. Nos vamos a voltear.
El carro se inclinaba cada vez más hasta que giró. El carro chocando con la tierra hizo que siguiera dando vueltas, sacudiendo y desorientándome, sin tiempo para contar cuántas vueltas dimos hasta que el auto se detuvo en el lado del copiloto.
Todo mi peso está siendo sostenido por el cinturón que evita que caiga al suelo. Es muy incómodo, pero estoy agradecido de no haber salido volando fuera del carro. El interior es... caótico, las ventanas se rompieron, hay pedazos de vidrio por todos lados y la niña... la niña está sangrando.
"Hey, ¿estás bien?", pregunté preocupado, desde aquí puedo ver dos pedazos de vidrio clavado en ella, uno chico en el brazo izquierdo y otro grande en la frente. En el brazo hay más sangre que en la cabeza, pero me preocupa más ese.
"Yo... ¿Qué dijiste?", dijo lentamente confundida.
Solté un suspiro aliviado. Pudo haber sido un error tratar de ayudarla. Pero no es el momento de arrepentirse.
"¿Estás bien?", dije menos preocupado al ver que está consciente mientras esperaba que contestara busqué una forma de quitarme el cinturón sin caer encima de ella.
"Me duele la cabeza, ¿qué pasó?".
"Nos volteamos", contesté después de hacer un movimiento intrincado para bajar sin aplastarla.
En esta nueva posición pude ver raspones también en su otro brazo, pero nada grave.
Desde aquí el trozo de vidrio de la frente se ve superficial. Lo toqué ligeramente y... se cayó. No se recomienda quitar objetos clavados en las personas por peligro de causar un mayor sangrado, pero ella no sangró. Pasé un dedo por la frente para quitar la poca sangre que hay para ver, pero no hay más sangrado.
No voy a tocar el otro vidrio, no vaya a caerse también y sin lugar a dudas ese no se ve superficial.
El sonido de las puertas cerrándose me hizo recordar en qué situación estábamos.
"Quédate aquí y no te muevas y no importa lo que pase no salgas del auto", tratando de dejar en claro la importancia, aunque es muy posible que me ignore por la confusión que siente.
Salí caminando por el parabrisas roto (primera vez que hago esto y se siente curioso). Los secuestradores dejaron el carro en la carretera y caminan hacia nosotros. Estamos a veinte metros de distancia y uno de ellos trae un botiquín de emergencia.
Sabes, lo mejor de todo esto es que... Ahora esto se considera legítima defensa. Y ya tenemos permiso legal para matar.
Respiré hondo, muy hondo. La tierra cerca de mí comenzó a moverse hacia mí. Seguí absorbiendo cada vez más, pero ahora no la comprimí dentro de mí, sino que se adhirió a mi exterior, teniendo que crecer físicamente cada vez más para mantener una forma humana, el color desapareció dejando solo el color de la arena.
La tierra venía cada vez más lejos acelerando el crecimiento. La presión mental de sostener tanta arena fue creciendo rápidamente, pero no paré de crecer.
Los secuestradores corrieron a su auto cuando vieron lo gigante que me estaba volviendo y no parecía parar. Esperaba que huyeran con esto, pero parece que son más decididos, no les di suficiente crédito.
Tengo la altura de tres pisos y MUCHAS toneladas de peso, la presión mental me dice que pare ahora, pero NECESITO MÁS.
Seguí recogiendo más arena ignorando la presión, sin importar cuánto estaba creciendo y las consecuencias de ignorarlo.
Los secuestradores bajaron a la terracería y sacaron las pistolas apuntando hacia mi pecho. Bala tras bala hundiéndose en mi pecho sin hacer absolutamente nada.
Cuando tenía cinco pisos de altura y el poder de aplastar su coche como un panqueque me detuve. Sostenía la arena con mano de hierro, no dejaba ni un solo grano de arena caer porque sabía que en cuanto me relajara todo iba a colapsar.
Antes de destrozar su auto, tenía que evitar que la niña sufriera algún daño colateral en esta pelea. Me puedo mover a una velocidad absurda para el tamaño que tengo. Empecé a sentarme lentamente, muy lentamente para cubrir el carro entre mis piernas cruzadas, evitando las balas perdidas y más importante no aplastar a la niña por accidente porque no sé exactamente dónde está.
Por más cuidadoso que fui terminé creando un mini terremoto ocasionando un estruendo impactante en toda el área.
Ahora que no tengo que preocuparme por la seguridad de la niña es el momento de destruir un auto.
Tiré un golpe con todo el peso hacia el suelo donde esperaba que estuvieran los secuestradores creando otro gran estruendo en la zona. El carro esquivó fácilmente el golpe con un mayor margen de lo esperado.
La velocidad del carro es más rápida que mi velocidad al golpear. Tiré otro golpe con la otra mano mientras el auto daba vueltas alejados de mí. El sonido de los disparos sonaba intermitentemente, pero no sé a qué parte de mí le están disparando.
Los sonidos de los estruendos siguieron apareciendo cada vez que tiraba un golpe, pero es imposible darles, es como tratar de matar a un mosquito, pero este mosquito es lo suficiente inteligente para mantenerse alejado y ser difícil de golpear, pero no lo suficiente para ser imposible hacerlo.
El esfuerzo insoportable de cargar tanta arena y no lograr absolutamente nada es exasperante. Si me levanto para seguirlos dejaría desprotegida a la chica, pero si no lo hago tendré que seguir esforzándome hasta que algo cambie... o colapse.
Decidí... esperar. Por más mala que sea la idea de simplemente esperar, el objetivo es proteger a la chica, no matar a los secuestradores. Si dejo de ser su escudo solo para matarlos y aun así sale herida todo lo que hice sería en vano.
Seguí golpeando con la fuerza suficiente para matarlos diez veces, ocasionando tal ruido que parece la explosión de un misil, pero ya no tengo la esperanza de darles.
Simplemente tiraba los golpes para mantenerlos alerta.
Hasta que algo cambió.
Algo me golpeó en el pecho con el suficiente impacto para dispersar toda la arena, creando un gran agujero en mi pecho. El impacto fue sorprendente y algo atemorizante, ya que aunque no sentí ningún dolor fue la primera vez que demostraron tener suficiente armamento militar para afectarme.
Pero... ¿no veo ninguna bazuca en sus manos?, pensé confundido.
Entonces, ¿qué demonios me impactó?, pensé preocupado.
Busqué en el suelo otra persona con la bazuca hasta que lo encontré, pero no en el suelo y no una bazuca.
En el cielo azul, una capa roja ondeando por el aire, un traje azul con una S en el pecho y el sol iluminando su espalda.
Llegó Superman a salvar el día.
Y solté la arena asegurándome de que no hubiera nada de arena en el carro que estoy protegiendo.
Soltando la tensión y cayendo inconsciente inmediatamente.